Un ser humano comienza cuando se une un espermatozoide con un ovocito secundario, llamado comúnmente “ovulo”.
A este proceso se le llama fecundación y da origen a una célula única llamada cigoto.
Para que se lleve a cabo esa formación biológica, se debe pasar por tres etapas:
La fecundación, que es la unión del espermatozoide con el ovocito, con lo que se crea una célula llamada cigoto, conformado por 46 cromosomas.
La etapa embrionaria, la cual comienza después de la tercera semana de gestación y culmina en la semana número ocho.
Después de la octava semana empieza la etapa fetal, la cual termina en con el parto.
Es decir, a partir de la semana ocho de gestación el producto recibe el nombre de feto. Ya en la etapa fetal, posee todos los sistemas y órganos, para luego ir madurando y creciendo progresivamente para el momento del nacimiento.
A medida que se implanta en la pared uterina, el embrión sufre modificaciones profundas en su organización. Hasta el momento de la implantación, el blastocisto está constituido por la masa celular interna, de la que se origina propiamente el cuerpo del embrión, y el trofoblasto externo, que representa la conexión tisular futura entre el embrión y la madre.
Ambos componentes del blastocisto son los precursores de otros tejidos que aparecen en fases subsiguientes del desarrollo.
Justo antes de que el embrión se implante en el endometrio al principio de la segunda semana, empiezan a aparecer cambios significativos en la masa celular interna y en el trofoblasto.
A medida que las células de la masa celular interna se disponen adoptando una configuración epitelial en lo que en ocasiones se denomina cubierta embrionaria, aparece una fina capa de células en su parte ventral. La capa superior principal de células se llama epiblasto, y la capa inferior hipoblasto o endodermo primitivo.
Al final de la segunda semana el embrión está constituido por dos capas celulares planas: el epiblasto y el hipoblasto. Al inicio de la tercera semana de gestación, el embrión entra en el período de gastrulación, durante el cual se forman las tres capas germinales embrionarias a partir del epiblasto.
La gastrulación se inicia con la formación de la línea primitiva, una condensación celular longitudinal en la línea media que procede del epiblasto en la región posterior del embrión, a través de una inducción ejercida por parte de las células situadas en el borde del disco embrionario de esta zona.
La línea primitiva tiene al principio una forma triangular, pero al poco tiempo se torna lineal y se alarga mediante una combinación de proliferación y migración, así como también a redistribuciones celulares internas, llamadas movimientos de extensión convergente.
Con la aparición de la línea primitiva ya se pueden identificar con facilidad los ejes anteroposterior (rostrocaudal) y derecha-izquierda del embrión.
La línea primitiva es una región donde convergen las células del epiblasto en una secuencia espacial y temporal bien definida. A medida que las células del epiblasto alcanzan la línea primitiva cambian su morfología y pasan a través de ella para formar nuevas capas celulares debajo del epiblasto.
Las células que entran y abandonan la línea primitiva, en su zona más posterior, cuando esta comienza a elongarse, forman el mesodermo extraembrionario que reviste el trofoblasto y el saco vitelino, así como también los islotes sanguíneos.
Otra oleada de mesodermo, que surge más tarde y más anterior en la línea primitiva, es responsable de la formación del mesodermo paraaxial, la placa lateral y el mesodermo cardíaco.
Una oleada final, la cual entra y abandona el extremo más anterior de la línea primitiva, da lugar a estructuras axiales (la notocorda, la placa precordial y el nódulo primitivo) y también el endodermo embrionario..
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